La interpretación de los símbolos sigue siendo un factor importante en la práctica de la psicología clínica, tanto en el dominio terapéutico como en el de la investigación. El interés de la psicología por los símbolos nace con Freud a raíz de la publicación de su obra “La Interpretación de los Sueños” (1900). El creador del Psicoanálisis y primer investigador científico de los sueños de la Era Moderna, llamó a estos “la vía regia para llegar al inconsciente”. ¿En qué basaba su afirmación? Freud enumeró cinco mecanismos específicos utilizados en la elaboración de los sueños: condensación (representación única de varias asociaciones), desplazamiento (el acento o intensidad de una representación pueden pasar a otras representaciones menos intensas pero ligadas asociativamente con ella), dramatización (de expresión dramática), simbolización (representación figurada de un contenido inconsciente) y elaboración secundaria (transformación posterior del sueño para darle una expresión más coherente y comprensible). La simbolización, en particular, aparece como una operación natural de la psique humana, como un recurso que la función onírica emplea de modo espontáneo en la elaboración del sueño, no como el producto arbitrario del intelecto o de la fantasía. A diferencia del simbolismo que habitualmente se emplea en el lenguaje común y en la poesía (símil, metáfora, metonimia, sinécdoque) en donde significado y significante son conocidos y articulados conscientemente, en el símbolo onírico uno de los dos componentes de la ecuación permanece oculto (contenido latente) en tanto que el otro es aludido expresamente por el sueño (contenido manifiesto). Aun cuando cada individuo puede crear en el sueño sus propios símbolos por estar conectados con su realidad (los barcos para los marinos, los arados para los campesinos, etc.), la constancia que se advierte en distintos campos del simbolismo (mitos, leyendas, arte, religión) mostró a Freud, casi desde el principio de sus investigaciones, la existencia de elementos comunes ligados más con la experiencia colectiva que con la individual. La constancia de la relación entre el símbolo y lo simbolizado basada esencialmente en la analogía (de forma, tamaño, función, etc.) se comprueba no solo en el mismo individuo, o de un individuo a otro –como en los llamados sueños típicos (el del examen, o el de la caída a precipicios, por ejemplo) que muestran la unidad de un lenguaje onírico común independiente del discurso personal–, sino en diversos terrenos y en áreas culturales muy apartadas entre sí como lo ha puesto en evidencia la investigación antropológica. Freud se refirió a esta clase de símbolos como die symbolick (la simbólica) y describió algunas de sus características: aparecen como “elementos mudos”, es decir, que el soñador no da asociaciones que faciliten su comprensión; existe una relación constante entre el elemento manifiesto y el latente que se observa también en otras áreas de expresión (folclor, mitos, religión, etc.), el sentido de lo simbolizado escapa por completo a la comprensión consciente del soñador, siendo esta la causa por la que el inconsciente se sirve de los símbolos para evadir la “censura” (por ella se entiende en Psicoanálisis la función que impide a los deseos inconscientes reprimidos tener acceso a la conciencia). “Los sueños”, dice Jung, “producen símbolos que coinciden con el simbolismo transmitido históricamente”.
¿Cómo han sido forjados los símbolos por la humanidad? Freud propuso la hipótesis de una herencia filogenética basada en estructuras “fantasmagóricas” típicas ligadas a la vida prenatal, la escena primitiva, etc., y relacionadas con los orígenes, como en los mitos colectivos. A partir de esta idea, el psicólogo suizo C. G. Jung formuló su teoría de un “inconsciente colectivo”, común a todos los seres humanos, que contendría los arquetipos o estructuras originarias (las llamó “imágenes primigenias”) sobre las que se modelan los símbolos particulares de cada cultura, como el sistema axial de los cristales que no da a estos su forma sino su estructura estereométrica. El método de Jung (“amplificación”) consiste en reunir toda la información disponible sobre un elemento determinado (sueños, mitos, arte, etc.) para comprender su significado, lo que requiere del analista o investigador una amplia erudición. De aquí la importancia de las investigaciones aportadas por los diccionarios de símbolos. Enfrentando una difícil tarea el psicoterapeuta debe realizar una síntesis de lo consciente y de lo inconsciente llevando este último al plano consciente a través de la interpretación de sus símbolos. Es así como puede reconstruirse la perdida relación entre los impulsos inconscientes reprimidos y su comprensión y control conscientes. Esto hace posible una mejor y más productiva integración de la personalidad.
Un comentario final: las hadas, seres imaginarios presentes en el folclor y las tradiciones de muchos pueblos, son un símbolo de una existencia llena de acciones prodigiosas, como son los poderes de la propia imaginación. En un ensayo sobre los cuentos de hadas, una niña de solo 14 años escribió lo siguiente: “Si mañana se destruyeran todos los cuentos de hadas del mundo, esto no tendría importancia porque surgen eternamente del corazón de los niños” (Freeman Sh. E. Dream Analysis). ¿Se quiere una revelación más pura y simple de la verdad de los símbolos?.