Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará (Gal. 6:7).
El término sánscrito karma significa literalmente “acción”. Toda acción humana está determinada por un deseo o pensamiento, que al manifestarse, dará nacimiento a nuevos pensamientos o deseos originando una secuencia interminable de pensamiento y acción. Como una rueda giratoria, las acciones que constituyen el devenir continuo de la experiencia humana tienden a volver siempre a su punto original. La similitud con el proceso de la siembra es ilustrativo. El sembrador deposita la semilla y la circulación del tiempo la transforma en una planta y posteriormente un árbol, en correspondencia directa con el contenido potencial de la semilla. En la tradición religiosa hindú, el orden cósmico es simultáneamente un orden moral en el que toda acción, palabra o pensamiento debe encontrar una retribución condigna, lo que supone una causalidad que funciona automáticamente como una ley cósmico-moral. En el brahmanismo, por ejemplo, se indica al creyente: “Todos tus deberes se encierran en esto; nada hagas a otros que te dolería si te lo hiciesen a ti” (Mahabarata, 5, 15-17). En el budismo: “No ofendas a los demás como no quisieras verte ofendido” (Udanavarga 5, 18). Un Salmo de David, en el Antiguo Testamento, lo expresa así: “Y de ti, oh Señor, es la misericordia, porque tú pagas a cada uno conforme a sus obras” (Sal. 62:12). Y en el Islam: “Ninguno de vosotros será verdadero creyente a menos que desee para su hermano lo que desea para sí mismo” (Sunnati). Se relata, en el Talmud del judaísmo, que un pagano se acercó a Sammy, un rabino, y le dijo: “Me convertiré a tu religión si eres capaz de enseñarme toda la ley mientras me sostengo sobre un solo pie”. Sammy alzó su vara y lo expulsó. El pagano acudió entonces a Hil-lel, otro rabino de reconocida convicción mística, y le hizo el mismo cuestionamiento. Hil-lel le convirtió con la siguiente respuesta: “Lo que no quieras para ti, no lo quieras para tu prójimo. Esto es toda la Ley: lo demás es solo comentario” (Sabbat 31a). El mismo concepto, pero en sentido afirmativo, se expresa en el cristianismo cuando Jesús dice: “Haced vosotros con los demás hombres todo lo que quisierais que hagan ellos con vosotros, porque esta es la suma de la ley y de los profetas”. (S. Mateo, 7:12). Encontramos también aquí una expresión clara de la operación de esta ley: “”No juzguéis para que no seáis juzgados, porque con el juicio con que juzgareis seréis juzgados; y con la medida con que midiereis, os volverán a medir” (S. Mateo, 7:1,2).
En el año 200 de nuestra Era se encontró en Doura (Egipto), pintada con tinta roja en un muro, la siguiente inscripción: SATOR AREPO TENET OPERA ROTAS. Esta misteriosa sentencia se repite igual si se la lee en sentido inverso, del final al principio. Se le atribuyó entonces un valor mágico y profético y viajó a través del mundo occidental como uno de los amuletos cristianos de más éxito (“Amuletos, talismanes y pentáculos”, Jean Riviere, 1972). Su traducción del latín es la siguiente: “Arepo (un nombre propio para referirse al hombre), sembrador, sostiene la operación de la rueda”. Como una rueda giratoria, a partir de un punto de origen, todos los pensamientos y las acciones humanas operan y se mueven en circuitos de retorno. Expresado en otros términos: los eventos y las circunstancias de la experiencia humana individual son a su vez el resultado de los pensamientos y las acciones que el propio hombre genera y están siempre bajo su control. Como reza un antiguo apotegma: “Siembra un pensamiento cosecharás un acto, siembra un acto y cosecharás un hábito, siembra un hábito y cosechará un carácter, siembra un carácter y cosecharás tu destino”. La inscripción a la que nos referimos apareció inscrita en forma de un cuadrado, según se ilustra a continuación:
S A T O R
A R E P O
T E N E T
O P E R A
R O T A S
Se trata de un cuadrado mágico, como suele denominarse a una distribución, generalmente con números, cuya lectura es siempre la misma en cualquier sentido que se la lea, horizontal o verticalmente, de arriba hacia abajo o de abajo hacia arriba. Significa que cualquiera que sea la perspectiva que se adopte para su lectura y comprensión, la ley kármica de retribución que opera bajo el control de nuestros pensamientos y acciones se cumplirá automáticamente a lo largo de toda nuestra existencia, con estricto apego a la ley natural de causa y efecto. De sus cinco palabras, tenet constituye el eje central del cuadrado mágico. Horizontal y verticalmente forma una cruz en el cuadrado, cuya lectura es la misma cualquiera que sea el sentido en que se la lea. Confirma el aspecto esencial de toda acción (karma), cuya operación es siempre circular.