Al entendimiento humano le es necesaria una larga preparación para poder encarar la validez de los hechos que le desconciertan. Tiene que convivir con ellos un tiempo antes de estar capacitado para aceptarlos plenamente. Un período de adiestramiento mental precede frecuentemente a todos los acontecimientos insólitos, y eso es tanto más necesario cuanto más increíbles son los hechos y estos más contradicen las creencias y formas habituales de pensar.
Las generaciones que leyeron a Verne en su juventud estaban por eso mejor preparadas para presenciar los acontecimientos de la navegación espacial. Los vuelos tripulados a la Luna han demostrado, una vez más, que no hay fronteras que no puedan ser transpuestas por el genio inquisitivo del hombre, pero su conquista de lo desconocido sigue siendo contradictoria. A su esfuerzo por penetrar en el misterio que le rodea, se oponen invariablemente los prejuicios de la época y las creencias que han sido sacralizadas en un vano intento por detener la marcha renovadora del tiempo. La historia de la ciencia ha sido, en este sentido, la historia de la lucha del hombre contra sí mismo, contra su propia inercia. Esta resistencia a aceptar los hechos es particularmente notable con todo lo que conlleva la categoría de maravilloso. Lo maravilloso, en la realidad, empieza casi siempre por ser increíble.
Los asombrosos fenómenos de esta nueva ciencia que es la Parapsicología comparten con los descubrimientos de la era espacial todas las vicisitudes que acompañan la aceptación de lo maravilloso. Estos fenómenos, reconocidos por la ciencia moderna como fenómenos psi, han tenido que vencer no pocas dificultades para ser admitidos en los laboratorios de investigación científica. Comprenden los hechos insólitos y a menudo extraordinarios que se mencionan en relatos de doble visión, de transmisión del pensamiento y movimiento de objetos sin contacto físico, de levitaciones, apariciones, curaciones milagrosas, etc. Existe una abundante colección de tales relatos acumulada desde tiempo inmemorial. Pero en sí mismos, estos relatos no han constituido nunca una prueba aceptable para la ciencia. Fue sólo después de que las investigaciones de laboratorio clasificaron una buena parte de estos hechos agrupándolos bajo la denominación de percepción extrasensorial (ESP) y de psicoquinesia (PK), que podemos considerarlos como un indicio valioso para sustentar la existencia de los fenómenos psi.
Las pruebas concluyentes, sin embargo, se han obtenido con el trabajo experimental. Destacan por su rigor científico los experimentos iniciados por J. B. Rhine en la Universidad de Duke en 1934, utilizando metodología estadística. Otras investigaciones se han llevado a cabo en distintos sitios y universidades del mundo, con un éxito similar. Las evidencias experimentales acumuladas en torno a los fenómenos psi han merecido el reconocimiento de eminentes hombres de ciencia aunque no existe todavía un acuerdo común sobre la naturaleza de estos fenómenos. El interés por este tipo de investigaciones, la exploración en esta rama de la psicología, comenzó hace ya más de un siglo. Podemos situar sus orígenes en el informe que presentó la Sociedad Dialéctica de Londres sobre fenómenos mediumnímicos, hacia 1871, pero más significativamente, en la fundación de la Sociedad para la Investigación Psíquica en febrero de 1882, que acumuló una impresionante cantidad de observaciones sobre telepatía, clarividencia, sugestión hipnótica, escritura automática, apariciones y otros fenómenos análogos. La inclusión de métodos estadísticos en la investigación parapsicológica fue iniciada por Richet en Francia sólo dos años más tarde. En 1911 se fundó el primer laboratorio de parapsicología en la Universidad de Stanford, y en 1921 tuvo lugar el Primer Congreso Internacional de Investigación Psíquica en Copenhague. Estos antecedentes bastan para puntualizar los esfuerzos de los hombres de ciencia por llevar al terreno experimental los fenómenos de la parapsicología. Aun cuando no se les puede desembarazar por completo del apasionamiento que suscita su discusión, los prejuicios y la incredulidad del pasado han desaparecido casi totalmente del escenario de la investigación en parapsicología.
Algo que desconcierta invariablemente a los que por primera vez se ocupan del estudio de estos fenómenos, es su carácter manifiestamente no físico. Este es posiblemente su aspecto más revolucionario. El físico norteamericano Feynman ha señalado el extraordinario interés que tiene para la física la constatación de los fenómenos psi, habida cuenta de que tales fenómenos son los únicos conocidos por la ciencia que, cuando menos en principio, no pueden ser explicados en términos de la leyes fundamentales de la física. Un ejemplo nos lo ofrece la telepatía. La transmisión del pensamiento entre individuos separados por grandes distancias opera con completa independencia de las condiciones físicas que establece su separación real. La comunicación tiene lugar sin una relación reconocible con la distancia entre emisor y receptor. La distinción de los fenómenos psi del campo de la física puede invocar solo una limitada separación entre dos zonas de la naturaleza. Es claro que la exploración tendrá que dilucidar las conexiones profundas que seguramente existen entre los fenómenos parapsicológicos y los fenómenos físicos.
Otra característica cuya comprensión es facilitada por el enfoque no físico de los procesos mentales, tan familiar al psicoanálisis, es el hecho de que los fenómenos psi carecen de localización orgánica en el individuo. No son observables directamente, sino solo a través de sus diversas manifestaciones. El reconocimiento consciente de los fenómenos extrasensoriales se da como un efecto posterior, como un resultado secundario del proceso en sí mismo. La percatación puede ocurrir en forma de una experiencia intuitiva, en donde un acontecimiento puede ser conocido sin mediación de una percepción sensorial directa, de la memoria, del razonamiento o de la previsión fortuita. También se puede tener el conocimiento del hecho en una alucinación verídica, como ocurre en los fenómenos de clarividencia, que presentan el acontecimiento ante el sujeto tal como si éste lo estuviera percibiendo con sus sentidos. Es posible asimismo que se experimente en forma simbólica, por medio de una fantasía espontánea, y naturalmente, también a través de los sueños, como frecuentemente sucede. Es utilizando cualquiera de estos mecanismos como los fenómenos de percepción extrasensorial pasan del nivel inconsciente al plano consciente. El proceso fundamental , en todos los casos, opera inconscientemente.
La ocurrencia espontánea de los fenómenos psi resulta tan desconcertante para el observador como para el propio individuo que los experimenta. También en los experimentos de laboratorio realizados bajo condiciones de control, los sujetos no pueden explicar la causa por la que logran tener más éxito en unas ocasiones que en otras. La observación introspectiva no ha aportado ningún dato útil o de interés a este respecto. Es importante hacer notar el hecho significativo de que, siendo la función psi un proceso inconsciente, pueden trazarse sus orígenes hasta niveles muy arcaicos de evolución biológica, anteriores a la aparición de las funciones sensoriales y de la conciencia.
A pesar de que existe una evidente relación entre la parapsicología y la biología, de la que depende por referirse a funciones de un organismo vivo, los biólogos no parecen muy interesados en dedicar atención especial a los fenómenos parapsicológicos. La causa puede ser el prejuicio mecanicista que tiene tan hondas raíces en este campo. Pero hay hechos que aguardan explicación. No se ha podido hallar aún una explicación al enigma de los vuelos migratorios de ciertas aves, capaces estas de orientarse a través de distancias considerables. El que estas especies puedan luego volver al sitio de partida después de ser trasladadas a una gran distancia ha sido observado ampliamente, sobre todo en animales domésticos. Los experimentos llevados a cabo con ratones, patos, perros y ciertas aves, inexplicables desde el punto de vista sensorial, inclinan la interpretación en favor de las hipótesis parapsicológicas. La parapsicología, desafiando prejuicios tradicionales, propone soluciones nuevas en campos todavía inexplorados del reino animal.
Son interesantes también las relaciones de la parapsicología con otras áreas de la actividad humana. En el terreno más próximo de la fisiología, es lógico suponer que existan conexiones significativas entre la función psi y el organismo humano, particularmente el sistema nervioso. Se ha probado la influencia de ciertas drogas y narcóticos en experimentos de percepción extrasensorial. El uso de drogas para provocar alucinaciones, fenómenos mágicos o adivinatorios, ha sido una práctica generalizada entre muchos pueblos primitivos.
Las relaciones con la psiquiatría son todavía más estrechas, particularmente con el psicoanálisis. Comparten el mismo interés por el lado oculto de la mente, por los aspectos profundos de la personalidad. La mayor parte de las observaciones han consistido en comunicaciones telepáticas producidas espontáneamente en situaciones de terapia analítica. Se han registrado también sueños de contenido extrasensorial. El terapeuta ve en sueños algún acontecimiento relacionado con la vida del paciente, sin que haya podido obtener esa información por ninguna vía de conocimiento consciente.
Tiene interés particular las relaciones de la parapsicología con la religión. Se puede suponer que una gran cantidad de experiencias religiosas consideradas como milagrosas o sobrenaturales, tengan explicación como fenómenos psi y admitan ser investigadas científicamente. La posibilidad de influir sobre el mundo material con procedimiento que trascienden los medios físicos conocidos, son aptitudes que se investigan en los laboratorios de la parapsicología. Por otro lado, la hipótesis de la supervivencia del espíritu, supuesta una base no física para los fenómenos psi que sustentan los hechos, recibe un inesperado refuerzo. Pero no se puede ir todavía más allá de una consideración tentativa. No existe un método válido que ponga aprueba la comunicación mediumnímica con un mundo de espíritus desencarnados. El conocimiento que se obtiene a menudo en las sesiones espiritistas, puede atribuirse a la función psi del médium. De cualquier manera, la hipótesis crucial de la supervivencia se encuentra ahora en mejor situación que antes.
Podemos estar seguros de que la parapsicología ha trascendido ya la etapa en que su preocupación principal consistía en probar su derecho a constituirse en una rama de la ciencia. Un gran número de investigaciones sistemáticas ampliamente verificadas con metodología cuantitativa confirman la validez de los fenómenos psi. La verdad objetiva, aunque no se conforme a las reglas de aceptación de la época, termina por imponerse siempre. Como dijo Lamarck, suele ser más difícil hacer reconocer una verdad que descubrirla.